La Siembra Directa (SD) constituye el cuerpo de tecnologías más representativo de la modernidad agrícola. La cuenca agrícola de la región es la que tiene el mayor porcentaje de cultivos bajo sistemas sostenibles de SD en el mundo con casi 30: de has. Sin embargo, los desafíos por delante son grandes porque la SD -a pesar de sus enormes beneficios ambientales- ha sido adoptada como sistema permanente en solamente un 20 % del total de la agricultura de la región. La razón es la aparición de las restricciones de "segunda generación" que genera el propio sistema de SD después de superar la transición desde el convencional. Allí esta gran parte de los nuevos conocimientos tecnológicos por generarse para sustentabilidad de la producción.
La integración regional público-privada para el desarrollo sostenible de este cuerpo de tecnologías se fundamenta en tres beneficios:
1) Diversos sistemas productivos se desarrollan en regiones que comparten los mismos problemas.
2) Muchos beneficios ambientales (externalidades) que son consecuencia de la SD en los predios son compartidos por los países de la región; tal el caso de la reducción de emisiones de sedimentos por erosión, materia orgánica de efluentes, o agroquímicos agrícolas.
3) La posibilidad de desarrollar indicadores de sustenibilidad y procedimientos de certificación ambiental que capitalicen los beneficios de la SD para el acceso a mercados.
Desarrollar e intercambiar conocimiento tecnológico con relación a las restricciones más críticas de la Siembra Directa como sistema productivo sustentable, mediante la integración de las capacidades técnicas de los países del Cono Sur.