Antecedentes
Hace poco más de medio siglo (1961) el área mundial ocupada con trigo ya superaba las 200 mill ha, mientras que la soja era incipiente y prácticamente desconocida fuera de China. Desde entonces, la superficie destinada a trigo se mantuvo sin mayores variaciones, mientras que la de soja tuvo un crecimiento sostenido, totalizando en la actualidad 117 mill ha (FAO 2016). Esta tendencia fue acompañada por un aumento del rendimiento en grano (RG) de la oleaginosa, dando lugar así a un incremento sostenido de su producción, alcanzando en la actualidad las 308 mill t (2014, FAO 2016). En trigo, en cambio, la producción aumentó a una tasa elevada hasta declinar a casi la mitad a partir de 1991, totalizando en la actualidad 729 mill t (2014, FAO 2016), como consecuencia de las variaciones en la ganancia de RG.
La producción de trigo es clave para la seguridad alimentaria a nivel mundial puesto que provee, junto con el arroz, el 50% de las calorías de la dieta humana (Tweeten y Thompson, 2008), previéndose que para 2020 el 68% de la producción se utilizará como alimento directo por el hombre (Moreno Manzur y Valencia Escobar, 2011). En los próximos 35 años su producción mundial deberá incrementarse un 50% respecto a los actuales volúmenes para cubrir la demanda de alimentos asociada al incremento poblacional y a la mejora en la calidad de las dietas (Hall y Richards, 2013). Considerando que la superficie en producción se encuentra estabilizada hace años (y no se prevé su incremento futuro), estos aumentos en producción deberán lograrse a expensas de incrementos en el RG. Ante un escenario de desaceleración de la ganancia genética de RG (caída de 34% de la ganancia de RG entre períodos pre y post 1990/91) las expectativas de alcanzar dichas metas son escasas.
El complejo sojero es uno de los sectores más dinámicos de la economía de los países involucrados. La soja es una importante materia prima para la obtención de harinas para alimentación animal y aceites de uso industrial, principalmente, y en menor medida, para alimentación humana. Dentro de la región, Brasil exporta la soja, en general, como grano mientras que Argentina lo hace como pellet luego de la extracción de aceite. El mejoramiento de la dieta en los países en desarrollo a base de alimentación animal y una población creciente provocaría un incremento del 19% de la demanda de harina de soja para el 2024 y el uso creciente del aceite en alimentación humana e industrial incrementaría un 21% la demanda mundial de aceite de soja en igual período (USDA 2014). El aumento de su producción a través de futuros incrementos de la superficie bajo cultivo puede generar grandes impactos en la sustentabilidad ambiental si se expande hacia áreas de baja aptitud agrícola y boscosas (Tilman, 1999; Foley et al., 2005; Galford et al., 2010; West et al., 2010; Pincén et al., 2010; Volante et al., 2012; Garnett et al., 2013).
Más detalles en el siguiente video: https://www.youtube.com/watch?v=jEJQpZOhfOw
Componentes
El proyecto se agrupa en 7 componentes, dos relacionados a las limitantes bióticas y cinco a las limitantes abióticas:
Los productos y resultados son:
Investigador líder: Monika Kavanová, INIA Uruguay